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lunes, 3 de agosto de 2009

DE LA SOLEDAD



A ti, que estás sola/o en estos momentos, te mando un saludo, el saludo de un ser humano como tú.
Quizá tu soledad no es sólo momentánea. Acaso es una vieja soledad de la que no sabes como desembarazarte. Esto, nos pasa de alguna manera a todos, aunque nos veamos a menudo rodeados de gente.

Bien es verdad que hay soledades y soledades. Una es la soledad sonora de San Juan de la Cruz, la soledad querida y plena que nos hace ricos por dentro, ricos y seguros para dar y prestar. Otra es la soledad en el silencio frío, la que rechina, la soledad vacía y dolorosa que acusa en nuestro entorno la ausencia de personas queridas.

Todos padecemos esta soledad alguna vez. Agunos, por su edad, su salud u otra circusntáncias de la vida, viven amigados permanentemente con ella, pero todos nos sentimos solos con alguna frecuencia. Nos despertamos en la noche o en la madrugada y nos agarramos a la radio con la esperanza de oir una voz humana. Aunque sea amante de la música, prefiere buscar en el dial a alguien que está ahí y que habla.

¡Qué privilegio el mío ser en este momento esa voz (escrita) amiga que llega a tu soledad! Yo junto ahora, feliz, mi propia soledad con la tuya y te digo que ya no estamos solos. ¡Me siento tan honrado de poder escribirte! Yo también busco a veces en la radio, si me despierto en la noche, una voz humana que me devuelva al sueño.

Pienso ahora en esa segunda soledad, en la mala. En la soledad de algunos ancianos que trabajaron, amaron, vivieron rodeados de gente que los quería...cuando los necesitaba. pienso en la soledad de "dos en compañía" de los matrimonios rotos, con el antiguo amor partido en dos por la amargura o el odio.

Pienso en la soledad, a veces más larvada, pero no menos letal, de algunos jóvenes.

No soy nadie para derte consejos, que yo mismo necesito. Pero si estás atrapado en esta soledad negativa, sal si puedes de ella cuanto antes. No te arrincones, no te regodees en ella. Sal, busca, llama, ofrece, piensa en alguien al que dar. Perdona y olvida, si es preciso.

Y para los ratos inevitables de mala soledad hay un recurso poderoso y al alcance de todos. Piensa en Dios, que nunca falla. Que está siempre ahí. Que está presente y alienta en tu dormitorio, en tu cuarto de estar, en tu cocina...dentro de tí...hablalé, cuentalé, quejaté, amalé...Reza. Todo eso es orar. Piensa que están contigo, en franca compañía.

Hay también----especialmente entre gente más joven---quienes no saben estar nunca solos. Quienes huyen atolondradamente de sí mismos y ni sospechan siquiera lo que es la buena soledad. A éstos habrá que decirles que hagan huecos en su vida para poseerse, para reflexionar y conocerse, para crecer por dentro, para orar...Habrá que pedirles también que piensen en los que, por sus muchos años, su enfermedad u otras circunstancias, necesitan que les demos compañía.

ESPERANDO SIEMPRE UNA LLAMADA, un abrazo solidario y amoroso

Floren

P.D. Qué nadie piense, por mi escrito, que soy Sacerdote, ni mucho menos, pero empleo mi sentido común, que es el mas común de los sentidos

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Extrovertido, partidari@ de amig@s y dispuesto a comentar todo aquello que nos pueda orientar en todo lo que pueda ayudar a nuestra propia estima personal
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